No obstante, mis
padres provenían de Marruecos, donde se hablaba árabe. Cometí el error de
restarle importancia durante mi infancia, hasta el punto de que mi comunicación
con el resto de hablantes de esa lengua roza la incoherencia. Mi padre viajó a
España, con los años de los que actualmente gozo, donde buscaba una luz a la
cual ceñirse escapando de su situación, caracterizada por una miseria
constante. Hablaba francés desde sus días de primaria ya que era una asignatura
obligatoria en Marruecos, por lo cual comprendió el español enseguida.
Asimismo, se encontraba rodeado de amigos con los que podía entablar
conversaciones frecuentemente. Mi madre, aún educada en mi lengua materna,
nunca llegó a aprender el español con gran fluidez, sabiendo únicamente un
vocabulario básico para conversar en reuniones escolares, preguntar en el
supermercado o hablar con su médico. Aún estando capacitada para adherirse
completamente conociendo el lenguaje, su vida estuvo hostigada por la constante
labor de cuidar a sus hijos, no disponiendo de horas en su día para realizar
las actividades que realmente le eran productivas para alcanzar su propia
felicidad. Percibidos por otros ojos, se entiende que mis padres se han
esforzado hasta su límite para crear las mejores condiciones para que sus hijos
florezcan.
Mis abuelos viven
en Marruecos y, por tanto, hablan árabe. No obstante, mi abuelo paterno logró
viajar a Francia y Libia con el fin de expandir sus negocios, lo cual desembocó
en una desalentadora quiebra que le obligó a trabajar en el sector ganadero en
un modesto pueblo al este de Marruecos. A pesar de esto, obtuvo una inmersión
lingüística y cultural que hizo brillar su memoria. Son personas que, a día de
hoy, son muy devotas a sus labores religiosas y fundan una base inamovible para
la familia, siendo la razón por la que nos reunimos cada festividad.
Mis bisabuelos, en
cambio, conocían gratamente el idioma francés debido a la ocupación francesa
que fustigó al país de la verde estrella en 1920. Estos lucharon, montados en
caballos y con escopetas hechas del acero más pesado contra las tropas que
amenazaban con despojarlos de la identidad construída desde hacía miles de
años.
Todo este remolino
de hilos culturales e ideológicos aportados por mis antecesores lograron que se
continúe un legado el cual, sin el esfuerzo de estos, no hubiera perdurado
hasta alcanzar a mis hermanos y a mí.
Nuestra condición
humana se encuentra intrínsecamente ligada a la lengua; la cual puede comunicar
acontecimientos tan milagrosos como un nacimiento, el éxito en un proyecto
asistido por muchos tic-tacs del reloj o la salida de un ciclo vicioso. No
obstante, tiene el poder de fragmentar; actuar como dagas que rompen la
esperanza, anunciar fallecimientos inesperados e incluso, dividir a hermanos de
una misma nación. Por esto, aunque para tí sean palabras que forman parte de
una oración, para mí representan un arma destinadas para construir nuestro
universo.
Ilustración: https://www.istockphoto.com/es/foto/ovillo-de-hilo-verde-para-tejido-aislado-sobre-fondo-blanco-gm918294950-252607538
Olé, Loubna, por tu artículo. Has hecho un recorrido lingúístico por tu árbol genealógico que es tremendamente bello y emotivo. ¡Enhorabuena!
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